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Según la orgullosa tradición del boxeo mexicano, ningún campeón es más célebre que los reyes de peso gallo del país. Una larga y fabulosa serie de campeones de las 118 libras ha emergido desde México y ninguno ha sido más popular que Rubén Olivares.

Olivares fue un boxeador tremendo. Ganó sus primeras 22 peleas por nocaut y su mejor arma fue el gancho de izquierda. Cuando en 1969 noqueó a Lionel Rose para ganar el título de peso gallo, su récord era de 51-0-1 con 49 nocauts.

Perdió su título contra su compatriota Chucho Castillo por nocaut en el decimocuarto asalto: un mal corte le llevó a la perdición; sin embargo, volvió a ganar el título en su tercera pelea entre ambos.

Subió a la división de peso pluma y en 1974 consiguió el título vacante de la WBA con un nocaut en el séptimo asalto sobre Zensuke Utagawa. Su reinado fue breve: en su primera defensa, el Hall of Famer Alexis Argüello le venció en 13 asaltos.

En 1975 ganó la corona de peso pluma de la WBC noqueando a Bobby Chacón, pero tampoco permanecería como campeón durante mucho tiempo: David Kotey le ganó por decisión en su primera defensa del título.

Olivares siguió peleando pero nunca ganó otro título. Se retiró finalmente en 1981.